Business processes

Lo que funciona… ¿no se toca?

JOSE MARIA GUTIERREZ Published at

Si me hubieran dado un euro cada vez que he escuchado frases como “Esto siempre se ha hecho así” o “Lo que funciona no se toca”, ahora mismo estaría retirado en una isla paradisíaca entregado al buceo y a la vida ociosa. 

Si viviéramos en un mundo estático, podríamos entender lo de “no tocar lo que funciona”. De hecho, ¿por qué habríamos de hacerlo? Si funciona y el entorno no cambia, no tendría sentido hacerlo. Pero el mundo no para; las condiciones de contorno cambian y si nuestra manera de hacer las cosas no cambia, lo que funciona puede dejar de funcionar. 

La solución que implantaste hace diez años para cualquier problema empresarial o de procesos está bien hecha, de hecho, en aquel momento funcionó. Pero las condiciones de contorno eran unas, concretas, y la solución estaba adaptada a esas condiciones de contorno.

¿Crees que el mundo funciona igual que hace diez años? Máxime con las situaciones que venimos viviendo durante los últimos tres años. Todo ha cambiado, ¿sigues haciendo lo mismo?

Caso real: los sabores de los yogures en un entorno cambiante

Como siempre, un ejemplo más práctico nos hace ver mejor la teoría y su aplicación a cualquier sector. En este caso, voy a hablar de una situación real vivida en una planta de producción de lácteos. Cambio fechas, cantidades, tiempos, tamaños de lotes y hasta los sabores de los yogures, por supuesto. No se trata de señalar a nadie sino de intentar entender por qué pasan las cosas.

Hace años (hablo de los 80-90), los sabores de los yogures no eran tan variados como ahora. Había en torno a tres o cuatro referencias: natural, fresa, limón y, a lo sumo, plátano. 

Y con la producción de esas cuatro referencias, la planta cubría todas sus ventas. ¿Cómo lo hacían? Escogían un sabor y lo producían durante un día entero: 24 horas, los tres turnos de producción. Mañana tarde y noche produciendo el yogur de fresa. 

A las 24 horas, cambiaban todo lo necesario en la línea de producción para hacer lo propio con el del limón. Otro día entero, con sus 24 horas y sus tres turnos de producción.

Y exactamente igual con los dos sabores que restan: natural y plátano.

Todo va bien. Pero, como he dicho antes, el mundo no es estático. El mundo avanza, tu competencia también; el marketing, las necesidades de los clientes, su conocimiento del mercado, su acceso a la información. Nada permanece inmóvil. El universo del yogur tampoco.

Lejos quedan los cuatro básicos de los 80. ¿Sabrías enumerar todos los sabores y tipos de yogur que podemos encontrar ahora mismo en el lineal de un supermercado?

Volvamos a la planta de producción de yogures. Ahora no tiene que producir cuatro referencias, ahora tiene que producir cuarenta; pero resulta que la línea está preparada y diseñada para producir durante 24 horas sin cambios. 

¿Qué ocurre si no hacen nada? Sencillo: la primera referencia que produzcan (pongamos el sabor fresa) no volverá a producirse hasta pasados esos 40 días en los que dedican un día entero a cada referencia/sabor. 

¿Se pueden permitir ese lujo? Desde luego que no. La caducidad de un yogur es de 28 días. Como no producen una referencia hasta dentro de 40 días, deberán tener un stock (no se suelen producir yogures bajo pedido) de, al menos, esos 40 días, con lo cual ¡caducarán en el almacén! Deberán reducir el tamaño del lote y en lugar de hacer un cambio cada 24 horas, hacer varios cambios para producir sabores diferentes durante los tres turnos de trabajo. 

Necesitan cambiar el paradigma.

Y ante este cambio tienen dos opciones:

  • Quejarse y cambiarlo (o extinguirse).
  • Pensar cómo adaptarse para que el cambio funcione lo antes posible.

Entonces, ¿lo que funciona no se toca?

Cuando las condiciones de contorno cambian, lo que “siempre se ha hecho así” también puede necesitar de una transformación. Gestionar ese cambio dentro de cualquier compañía no es una tarea fácil. Si te interesa la gestión del cambio, puedes hacer clic en este enlace para leer un artículo en el que hablo sobre los primeros pasos que cualquier empresa debe dar hacia la gestión del cambio. 

Darwinismo empresarial

Hablar de Darwin cuando hablamos de cambio y de adaptación al cambio puede resultar manido. Pero no por ello hay que dejar de recordarlo; es innegable que a menudo se nos olvida lo más obvio.

¿Y qué respondería Darwin si leyese el título de este artículo?

  • Selección natural: las empresas que no se adaptan a los cambios del mercado y no evolucionan pueden desaparecer. 
  • Innovación constante: las empresas deben estar en constante evolución y mejora para mantenerse competitivas.

Y ya para acabar, recuerda: los resultados empresariales mejorados y sostenibles solo serán posibles si el comportamiento de los líderes y empleados respalda el cambio.

Las empresas deben ser flexibles, innovadoras y diferenciarse para sobrevivir y prosperar en un entorno empresarial cambiante.

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